Canalizar la atención, concentrar la mente, el sentimiento y la acción física en la meta evolutiva es lo que más repone las energías que el cuerpo gasta, y no el ocio sin contenido, según se cree. Como la mayoría de las personas no tienen consciencia de ello, sufren desgastes continuos que terminan en enfermedades y, con el tiempo, en decrepitud.
La vida común crea obstáculos para que las personas se recuperen. Uno de ellos es el uso que normalmente se hace tanto del cuerpo físico, como del cuerpo emocional y del cuerpo mental. Si usamos el físico solamente en su mismo nivel de actividades concretas, sin colocarlo al servicio de algo mayor, con el tiempo estaremos cansados, enfermos y desvitalizados. Lo mismo ocurre con el cuerpo emocional. Si lo empleamos para expresar afectos desorganizados y deseos sin control, luego estaremos en crisis, inestables e inseguros. También la mente, si se la utiliza sin propósitos más amplios, acaba por desgastarse. Toma como suyas las ideas que le fueron impuestas y no llega a responder según las leyes internas de la vida espiritual.
Otro obstáculo para que fluyan las energías en los cuerpos humanos es la matanza de animales. Mientras la humanidad sea capaz de causar el sufrimiento y la muerte prematura de seres de otros reinos de la naturaleza, estará sujeta a enfermedades. La masacre de animales genera karma negativo, que se compensa por medio de las enfermedades en los cuerpos humanos.
Para las personas más evolucionadas, la carne dejó de ser una fuente de alimentación adecuada. Su uso introduce en el organismo sustancias y vibraciones características de un reino que aún no ha controlado los aspectos instintivos, aspectos que en el ser humano ya deberían estar trascendidos.
Quien se alimenta de carne se vuelve cómplice de la matanza de animales y, además, agrega a su cuerpo sustancias que generan agresividad, por ejemplo. Por lo tanto, hace que sea más difícil el restablecimiento que realizan las energías de cura, ya que continúa vinculado a una de las principales causas de las enfermedades.
Fuente: La Vida se Renueva, de Trigueirinho
