Menu

ZEITGEIST: MOVING FORWARD | OFFICIAL RELEASE | 2011

sábado, 13 de junio de 2009

EL LLAMADO AL CAMBIO

Los grandes cataclismos ocurridos en tiempos remotos dejaron marcas y, hasta cierto punto, puede considerárselos naturales, aunque el hombre haya contribuido para que la violencia de los acontecimientos fuese mayor, como en el caso de la Atlántida y de la Lemuria.

Los cataclismos de gran envergadura ocurridos en la época de esos antiguos continentes sirvieron para reenderezar las fuerzas terrestres y para darle al hombre la posibilidad de un nuevo ciclo de experiencia en su camino evolutivo.

La Lemuria quedó destruida como consecuencia del mal uso que hizo la humanidad, en esa época, de las fuerzas instintivas. En la Atlántida, la destrucción violenta fue causada por el mal uso de las fuerzas emocionales, entonces canalizadas específicamente hacia la satisfacción de los deseos egoístas a través de la magia negra.

Actualmente presenciamos la manifestación de dos corrientes de pensamiento opuestas referidas a un próximo cataclismo, global. Una se inclina a confirmarlo, alertando a todos para que se preparen; la otra declara que las profecías sirven para cambiar nuestras actitudes desarmoniosas, las cuales, una vez retiradas o transformadas, alejarían la anunciada hecatombe.

Según esas profecías, la Tierra actual tendrá que fundamentarse en nuevos principios sobre el uso de la mente; el ser humano aprenderá a colocarla en obras para la evolución del Todo, conforme un sublime Plan creador.

Muchas veces los cataclismos son una respuesta de la naturaleza terrestre a las agresiones que recibe, generalmente de la humanidad, pues la forma de vida de esta civilización ha sido una constante fuente de desarmonías. El furor de esos cataclismos varía de acuerdo con las fuerzas implicadas. Sería imposible prever lo que ocurrirá si un cataclismo proveniente del cambio de inclinación del eje magnético del planeta se sumase a las consecuencias de una guerra nuclear, aunque esta no abarcase el mundo entero. Tampoco se puede prever cómo reaccionarán las fuerzas magnéticas del interior de la Tierra frente a los residuos atómicos enterrados o arrojados en los océanos y los movimientos que el Ser Planetario podrá realizar para renovar las grandes masas de impurezas físicas ó psíquicas desparramadas por la corteza terrestre o en zonas más profundas.

El hecho de que se coloquen los residuos atómicos en recipientes herméticamente cerrados no impide que sus emanaciones etéricas y astrales traspasen los límites de esos recipientes y actúen negativamente en el agua, en la tierra o en el aire. Esas emanaciones indeseables y peligrosas no pueden detenerse ni transmutarse mediante la actual tecnología terrestre.

El ser humano actúa como si la materia que compone la Tierra existiese sólo para que él usufructúe de sus beneficios; pero, en realidad, toda esa vida material está allí en función de un equilibrio general y del propio desarrollo del planeta, y no para el uso indiscriminado de quienquiera que sea.

La humanidad ya liberó energía nuclear en exceso desde que hizo explotar su primer dispositivo atómico. Bastaría ese dato para ver que, en las condiciones actuales, la Tierra física dejó de ser un campo propicio para las almas que deben encarnar en el mundo concreto para aprender y realizar experiencias positivas dentro de un Plan evolutivo.

Hace un millón de años debemos haber sido sólo algunos miles de seres humanos viviendo en la superficie de este planeta. Hoy, no obstante, existen algunos billones de individuos encarnados y, como el ritmo de pro-creación continuará desorganizado, seremos muchos más - lo cual el planeta físico no podrá suportar. Con esa promiscuidad generalizada, las condiciones de higiene de la Tierra se volvieron precarias, como lo confirma el hecho de que parte de los desagües cloacales de todos los países, inclusive los del llamado Primer Mundo, son arrojados sin tratamiento alguno a las aguas más cercanas, que ya están sobrecargadas de malas vibraciones.

No sólo los países menos desarrollados económicamente sufren con las condiciones de insalubridad, aunque en estos la situación es más grave. La obra de Jacques Costeau denuncia que el 60% de las operaciones de tratamiento de los desagües cloacales en los Estados Unidos, considerado uno de los países más avanzados materialmente, son inadecuadas. Afirma también que ni siquiera ese país tiene en cuenta que el excremento humano es uno de los contaminantes más peligrosos que existen.

Es imprevisible a dónde nos llevará esta situación, que incluye los explosivos militares, la guerra química y biológica, y la radiactividad que ya se esparce.

A estos datos se pueden agregar las desarmonìas causadas por las experiencias espaciales. Al lanzar cohetes, sondas y satélites al espacio, con métodos considerados primitivos en comparación con los usados por los mundos más avanzados (que no comprometen la integridad del espacio), el ser humano quiebra un equilibrio delicado e interfiere en la vida de la materia, tanto en los niveles físicos como en los etèricos y astrales, los cuales aún desconoce. Con estas experiencias espaciales se está interfiriendo en ciertas frecuencias vibratorias, que quedan alteradas y que, con el tiempo, podrán volverse peligrosas.

En síntesis, las agresiones de la humanidad a la armonía universal, hoy son mayores de lo que se puede absorber y transformar; empiezan a ser una amenaza aun más importante a medida que crece su capacidad de contaminar, creando la posibilidad de que también alcance el espacio extraterrestre. Por ello, el proceso de purificación de la Tierra se volvió un asunto de la Galaxia, y sus Inteligencias lo están asumiendo.

A pesar de las advertencias recibidas por varias vías, la humanidad no abandonó el uso de la energía nuclear, ni cultivó suficientemente su concentración en los niveles espirituales de consciencia. Poseído por lo que Saint Germain llamaba "falaz hechicería de la mente carnal", el hombre aún se enmaraña en su propia red de conjeturas y de preconceptos, moviendo recursos cada vez más diabólicos en beneficio de ese desequilibrio cuyas proporciones percibe.

En fin, de entre los terrestres encarnados pocos consiguen trascender el excesivo compromiso con las fuerzas involutivas. El continuo crecimiento cuantitativo de la población, en detrimento de su calidad, lo testimonia claramente.

Una gran cantidad de seres tomó consciencia de la transformación que debería realizar, pero se limitó al plano de las intenciones. En la práctica, cambió poco o nada, como hubiera sido necesario para el equilibrio general del planeta y para la sintonía del reino humano con la naturaleza y con las más elementales leyes cósmicas de orden y de armonía.

"La forma de esclavitud más traicionera es aquella en la cual el prisionero no tiene consciencia de sus cadenas", afirma un filósofo a propósito del hombre común de esta civilización. En realidad, la situación material del planeta es precaria si se la considera desde el punto de vista de una consciencia mayor. Sin embargo, podrá recuperarse en un futuro cercano, no porque haya habido suficiente transformación del nivel etérico-físico, del emocional y del mental de la humanidad, sino porque, aunque encarnadas en medio de este caos externo, la mayoría de las mónadas humanas estarán pasando por experiencias de electrificación cósmica que aún desconocemos y que no podemos evaluar. Esas mónadas están viviendo un intenso proceso de evolución.

El conflicto actual, visible en todos los sectores de la vida humana, forma parte de la batalla que desde el principio de la Tierra se entabla entre las fuerzas evolutivas y las involutivas. Esta lucha ya fue vencida por las primeras en los niveles superiores de la consciencia (o en el cielo, como dicen las escrituras). Sin embargo, en los niveles más densos continúa, en parte por acción retardada y en parte debido a las fuerzas de la inercia evidentes en ellas.

Como durante millones de años la Tierra asumió la tarea de recibir en su órbita a las fuerzas involutivas de varias áreas del cosmos, llegó el momento de que las energías evolutivas de la Galaxia vengan a su encuentro. En esta situación de emergencia, la más aguda por la cual haya pasado este planeta, seres de elevada evolución vienen para prestarles una extraordinaria colaboración a los terrestres.

Fuente: Más Luz en el Horizonte, de Trigueirinho

Hugo Ontivero - Creación del Universo y Ley Preexistencia